domingo, 12 de agosto de 2012

Un Asedio Legendario IV

Vamos a ver si termino de una soberana vez.

Por muchas bajas que había sufrido Pachá seguía en sus trece: Malta debía caer, fuera al precio que fuera.
El 20 de agosto se produjo un nuevo ataque. Capitaneado por Sanjak Cheder, este fue abatido gracias a los llamativos colores de los trajes que solían llevar los oficiales turcos a la batalla. Los otomanos tenían que rescatar el cuerpo de Cheder pero un caballero llamado Juan de la Cerda se lanzó hacia los jenízaros que venían en misión de rescate. No logró su objetivo y murió a manos de las fuerzas de elite turcas.
En Birgu, los otomanos construyeron otra torre de asalto, esta vez reforzada con arena y piedras en su base. Los tiradores trucos abatían a los guardias de la brecha con suma facilidad. La Valette ordenó volver a cavar en la base del muro. Al caer las piedras de la muralla, un grupo de caballeros se abalanzó contra la torre, dispuesto a escalarla para dar fin a sus ocupantes. Cuando el ingenio de asedio fue tomado, pasó a formar parte de las defensas cristianas. Más tarde, una flecha cayó en Birgu con un mensaje: "Jueves".

El 23 de agosto se reunió el Consejo de la Orden para analizar la situación.
Se llegó a la conclusión de que Birgu no aguantaría más tiempo. La solución sería retirarse a San Ángelo para plantar cara por última vez al enemigo. La Valette, como siempre, no estaba de acuerdo. No quería abandonar a los malteses a su suerte y, si tenía que morir en Birgu, moriría. Esta noble actitud hizo que sus hombres se quedaran al lado de su valiente maestre, el cual ordenó que se volara el puente que unía Birgu con San Ángelo.

La situación de los otomanos no era tan halagüeña como cabría de esperar: la polvora escaseaba, no habían suficientes provisiones y muchos de los cañones usados en los bombardeos no habían soportado el desgaste de su continua utilización. Lo peor de todo es que el barco que tenía que traer nuevos suministros había sido capturado en alta mar. Pachá decidió atacar Mdina, la capital de la isla.

El uso de espías durante la campaña previno a los caballeros del ataque a Mdina.
Toda la población de la ciudad se prestó voluntaria para su defensa. Los turcos avanzaron y se encontraron con la sorpresa de que todas las murallas estaban llenas de gente armadas con cañones y mosquetes. El ejército otomano tuvo que dar media vuelta.

El 24 de agosto se inició una pausa de una semana.
El 1 de septiembre, los otomanos intentaron un nuevo ataque masivo contra Senglia y Birgu pero, esta vez, la baja moral de las tropas imperiales impedía que fuera tan brutal como los anteriores.

Algo increíble ocurrió el 6 de septiembre. Algo que levantó el ánimo de las tropas cristianas: los refuerzos de Sicilia habían llegado. La Valette usó otra vez su astucia para golpear a Pachá: hizo creer a un esclavo turco que habían llegado 16000 hombres al lugar. Dejó que este escapara y que informara al comandante otomano. Pachá, al oír la noticia, ordenó la retirada total de la isla.
La Valette estaba dilucidando el ataque final cuando escuchó al grueso del ejército otomano salir a toda velocidad del lugar. En la mañana del 8 de septiembre, las posiciones que ocupaban los turcos estaban completamente desiertas. La alegría llenó el corazón de los caballeros y de los malteses.
Mientras, Pachá recibió la sorprendente noticia de que la fuerza de rescate solo constaba de 8000 hombres. Enfurecido, mandó volver a desembarcar a sus tropas y lanzarse contra el enemigo. La Valette supo esto y movilizó de urgencia a todos los caballeros de la isla. En Naxxar, hospitalarios y otomanos se enfrentaron en una gran batalla. Los caballeros cargaron contra el frente mientras que la fuerza de rescate y los milicianos de Mdina hacían lo propio por los flancos. Antes de recibir el primer envite, los turcos comenzaron a huir. Todos se retiraron hacia las barcas. Pachá estuvo a un pelo de ser capturado. Los pocos otomanos que sobrevivieron pudieron embarcar de vuelta a Estanbul.

La Orden de San Juan había cerrado las puertas de Europa a los otomanos con éxito.
Muchos cayeron pero su leyenda sigue viva y todo gracias al gran liderazgo que Jean Parissot de La Valette llevó acabo. Su figura caló tan hondo en los malteses que, en agradecimiento, la nueva ciudad que se fundó en el monte Sciberas para controlar la zona recibió el nombre de La Valetta.

Esta es la historia de un asedio legendario.

4 comentarios:

  1. ¡Genial! Pedazo de personaje el La Valette este. Desconocía, hasta que empecé a leer esta serie de post, que la capital de Malta se llamara así por un caballero. Entretenido e instructivo :)

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    1. ¡Muchas gracias!
      Creo que muchos personajes históricos lo le llegan ni a la suela de los zapatos y es una pena porque es bastante desconocido.

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  2. Sabía yo que iba a terminar con huevos mil esta historia. Muy grande la serie de posts!

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