viernes, 14 de septiembre de 2012

Honores de Sultán

¡Saludos, personas con hambre de conocimientos!
Volvemos fuerte con la historia gracias a una petición de Migue, el cual me retó a hacer un post sobre Saladino.
Pues aquí lo tienes, recién salidito del horno.
¡Comencemos!

Hagamos un experimento (¡Sí! ¡Experimentos! For Science!!!).
Salgamos a la calle y preguntémosle a la primera persona que pase a nuestro lado algo sobre el Oriente medieval. Si es una persona con cierta cultura general y no un cani estúpido, seguro que responderá cosas como "cruzadas", "Jerusalén", "Ricardo Corazón de León (o de Miau)" o "Saladino". Si responde lo último, salid corriendo en dirección opuesta, riéndoos como maniacos. Si os detiene la policía, decidle que lo hacéis en el nombre de la ciencia, así no os podrán detener.
Y es que nuestro peculiar experimento ha sido todo un éxito.

Saladino es el personaje más popular del medievo islámico.
Las historias sobre este hombre han llegado hasta nuestro días envueltas en un halo de leyenda. Para el 99'9 % de los mortales, Saladino era un ejemplo de caballerosidad y de honor, más incluso que alguno de los grandes caballeros medievales occidentales.
Pero, ¿cómo era el hombre?

No es mi intención hacer una biografía superdetallada de Saladino y más disponiendo de tan poco tiempo y material. Así que os recomiendo el libro "Las cruzadas vistas por los árabes", de Amin Maalouf, si queréis saber más sobre este tipo.

Salah al-Din Yusuf ibn Ayub (es un nombre musulmán, ¿qué esperabais?) nació en el año 1138 en Tikrit, en la actual Irak, pueblo donde nació también el finado Saddam Hussein. De origen kurdo, Saladino pertenecía a la dinastía árabe de los Ayubíes lo que era una ventaja para poder codearse con otro gran hombre: Nuraldín, famoso por haber reunificado Siria bajo su mandato en la segunda mitad del siglo XII. Esto fue debido a que al morir el padre de Nuraldín, Zengi, la familia de Saladino apoyó a este personaje hasta el final en la guerra civil por el trono.

Los padres de Saladino dejaron a este al cuidado de Nuraldín.
En la corte del nuevo sultán, el joven Saladino aprendió tácticas militares además de conocimientos sobre ciencia y arte.
El auge del futuro sultán llegó en 1164, cuando marchó hacia Egipto para poner fin a las disputas entre el visir de los Fatimíes (dinastía que gobernaba el país de los faraones) y uno de sus rivales, Shawar. Allí, Saladino demostró sus grandes dotes militares al acabar con al derrotar a las tropas de Shawar, el cual estaba aliado con Amalarico de Jerusalén (¿Recordáis? El papá de Balduino IV, el leproso). Esto le valió al joven el conseguir un puesto en el gobierno de Egipto.
Al morir el visir, Saladino ocuparía su puesto. Mientras ocupaba este cargo, tuvo noticia de un complot contra su persona y ejecutó al culpable. Esto hizo que parte del ejército se rebelara pero no duró mucho, ya que él la aplastó facilmente.
Tras la muerte del califa fatimí, Saladino consiguió más poder del que podía haber imaginado. Esto escamaba bastante a Nuraldín, el cual veía como su vasallo tenía el mismo poder que él.

Tras la muerte de su señor, en 1174, Saladino comenzó a saborear el sultanato de Siria pero pensó que sería algo precipitado y amoral atacar las tierras de su antiguo señor. La excusa perfecta llegó cuando el nuevo regente, Gumushtigin, decidió acabar con sus rivales, entre ellos la ciudad de Damasco.
Ante las súplicas, Saladino marchó contra este emir. Fue bastante difícil acabar y más si tenemos en cuenta el intento de asesinato del que fue víctima Saladino. Trece miembros de la secta de los Asesinos se abalanzaron contra Saladino pero estos fueron reducidos por su guardia.
Con la conquista de Alepo, Saladino ya podía ser proclamado Sultán.

Tras alcanzar la gloria, Saladino tenía otro problema: los cruzados.
Como ya he dicho, no voy a relatar la Tercera Cruzada de pe a pa.
Solo dos cosas: Saladino demostró su valía como táctico en la batalla de Hattin, la mayor derrota que conocieron los cruzados hasta la fecha y, como todo el mundo sabe, el sitio de Jerusalén, donde los cruzados aprendieron que la conquista de Tierra Santa había llegado a su fin.

Saladino es para muchos un ejemplo de honor.
La realidad nos enseña que a veces sí y a veces no. Hattin es un claro ejemplo de lo que el sultán podía llegar a hacer. Se les dio a los templarios y hospitalarios capturados la opción de convertirse al Islam o morir. Esto parecería algo normal a no ser porque la ley islámica prohibe la conversión bajo amenaza.
Aunque también hay actuaciones muy curiosas como cuando le envió a Ricardo Corazón de León una bolsa con nieve para curar unas fiebres que sufría.

Saladino murió en 1193.
Una curiosidad sobre su tumba, en Damasco, es que vais a encontrar dos sepulcros: uno de madera y otro de mármol. El primero es el original, poco decorado ya que ha Saladino no le gustaba demasiado la ostentación. El segundo fue un regalo a la ciudad por parte de Guillermo II. Sí, el kaiser alemán famoso por su egocentrismo.

Reitero: esto no es todo. Solo son unas pequeñas pinceladas sobre la vida de este hombre.
Y, recordad, si veis algún error, avisadme.
¡Nos vemos!

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