domingo, 20 de enero de 2013

El rey de Prusia y el pandur.

¡Hola, amantes de la historia!
¿Cómo lo lleváis? Me encanta escribir en las románticas tardes de domingo, así que he pensado que sería una buena idea escribir un post sobre alguna curiosidad histórica. Esta vez, os vais a reír con algo que paso hace mucho tiempo. Seguid leyendo.

1758.
Hace dos años que comenzó la Guerra de los Siete Años.
Los austriacos, deseosos de recuperar la región de Silesia perdida tras su Guerra de Sucesión en favor de los prusianos, no tuvieron en cuenta que se enfrentaban a un reino donde cada hombre había nacido para la guerra. El "ejército con un estado", como algunos lo denominan, marchaba sin ningún tipo de oposición hacia Austria gracias al liderazgo de su rey, Federico II.

Der Alte Fritz

No hace falta decir mucho sobre este hombre.
Bueno, para los que no lo conozcáis deciros que está considerado como una de las mentes tácticas más celebradas de la historia. Federico sabía siempre que hacer en el campo de batalla, como buen prusiano que se preciase. Además, su mente no solo estaba abocada a la guerra. Era también un buen músico y un gran filósofo. Amigo de Voltaire, Federico fue el autor de "El Antipríncipe" o "Anitmaquiavelo", un tratado en el cual desmontaba todas las tesis sobre el gobierno de una nación ideadas por el escritor florentino.

Siguiendo con nuestra historia, nos encontramos a Federico guiando a sus ejércitos en persona por la región de Moravia, en la actual República Checa. Esta región pertenecía al imperio de los Habsburgo en esta época. Mientras que nuestro protagonista cabalgaba a la cabeza de su ejército por un camino, a lo lejos divisó algo que le llamó la atención: detrás de una cerca que delimitaba el camino, había un hombre apostado detrás de un árbol. Federico se quedó extrañado y decidió avanzar hacia donde estaba el hombre. Al acercarse, pudo ver al hombre apuntándole con un mosquete. Resultaba ser un pandur, un tipo de infantería ligera de origen croata al servicio del Imperio Austrohúngaro. Federico, al ver que el hombre no abría fuego, se encaró y le dijo: "¡Tú! ¡Tú! ¡Sí, tú! Espero que no te quede pólvora en la cazoleta". Acto seguido, el rey de Prusia dio media vuelta. El pandur, avergonzado, bajó el arma y dejó que Federico se marchase.


Es una anécdota muy curiosa, ¿no os parece?







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